domingo, 25 de octubre de 2009

Pretextos


Hace tiempo que ando buscando un pretexto para respirar, a veces no soy suficiente. Desesperada, ansiosamente pasional. No es que sea fácil encontrar una razón para seguir pero siempre me ha dado por encontrar en las personas el pretexto a manera de adicción. Hoy se me ocurrió que tal vez si me dieras un beso, pero me lo diste, me besaste, me tiraste en la cama, sonreímos, jugamos, canté, volé o ¿volamos? Todos los colores salieron despacio mientras delineabas no sé qué en mis caderas, mientras despertabas para despertarme con los dedos más luminosos, más que cualquier amante. Me tomaste desde dentro del sueño, tus brazos jamás habían sido más dulces, tu manera más profunda, tu pasión. La luna hacía visibles los labios en un tono que nunca había imaginado. Y tanto tiempo ahora es tan poco. Una pequeña dosis, eso es, eso fue. El recuerdo me ha servido para saborear pero no sé cuánto dura tu efecto. Apenas puedo sentirlo, quiero más, quiero más, quiero un pretexto que sea suficiente.

martes, 6 de octubre de 2009

Mi abuela loca


Yo tuve una abuela loca. A veces se nos quedaba mirando como si nos reconociera, pero poco a poco prefirió olvidarse de nosotros y, así como olvidó cada uno de nuestros nombres, así también olvidó abrir los ojos, los oídos, la razón. Mi abuela loca murió en junio, (desde entonces escribí estas letras, sólo que hoy la recuerdo y siempre me ha parecido un buen pretexto escribir para recordar), creo que se le olvidó respirar, creo que se le olvidó cómo se le hacía para seguir viviendo. Lo hizo a propósito, prefirió dejarles memoria y vida a los esperanzados, ella ya no tenía nada que hacer aquí.