jueves, 29 de marzo de 2012

¿Quiere usted saber qué pasó?



Una noche inesperada, como espasmo, como deben ser las felicidades más grandes y más disfrutadas, así, sin pensarlo caí en la cuenta de que podía estar frente al amor de mi vida. Y no es que haya yo pasado un largo rato pensando en que eso del amor de mi vida ya me había pasado y no habría media naranja humana capaz de acomodarse a mis adentros. Puede constatarlo usted, querido lector, apreciable damita, hace algunos cuantos meses lloraba yo por las esquinas e imploraba milagros de olvido o redención. La verdad es que siempre he sido mujer de poca fe, ni hablar, la vida me había vuelto bastante escéptica.

Hoy ha pasado lo irreversible, lo increíble, lo extraordinario, lo paranormal. Como dice la canción “hoy me he vuelto a enamorar, atrás quedaron esas noches de locura” (noches de locura sola, porque las noches de locura acompañada apenas empiezan, como usted ha de pasar a comprender).

Hace poco, qué digo poco, hace apenas unas insignificantes semanas en la vida de cualquier mortal, me ha sido dado reconocer a un hombre. Para qué le voy a mentir a mi amable concurrencia, yo ya le había echado el ojo, sí, desde que lo vi le vi los buenos bigotes; sin embargo ya sabe usted cómo son esas cosas, todo lleva su tiempo y mucho que tuviéramos pues no verdá. Para no hacerles el cuento chico (porque largo ya se va haciendo) resultó que dos años, varios amores, desencuentros, idas y venidas, bailadas y desveladas después, una noche de copas serviría para definir el nuevo pulsar de mi corazoncito.

Yo sé que muy en el fondo, el universo decidió poner a girar a los astros, alinear sus planetas, sacudir una que otra constelación y darle una pulidita a la luna; porque de otro modo no veo cómo tanta felicidad así de sopetón.

Sirvan estas felices letras para hacer constar la presencia en mi vida de un Hombre con “H” de perfecto, de guapo, de luminoso, de sonriente y de distribuidor oficial de mi felicidad. Tú sabes quién eres.