Hay cosas que prefiero imaginar. Hay verdades que no soporto.
Hoy entré huyendo a mi cabeza. Ellos hablaban, hablaban y decían lo terrible, lo cierto, lo que yo desde hace tiempo sospechaba, lo sin remedio. Pero no, eso no era lo que yo quería escuchar y ellos lo sabían, que a mí sólo se me dice lo que me gusta, que yo no puedo ser sorprendida de repente por rotundas palabras devorasueños. Al final terminé escuchando, ninguna canción pudo invadirme la cabeza esta vez, ninguna sonrisa imaginada, y en el silencio intentaba tararear mientras que de aquellas bocas los hilos de voz entrecortados y los sollozos se abrían paso para provocar en mí la reacción que cualquiera tendría. No, yo no soy cualquiera, no. A mí, poco me importa saber que las familias o la vida se desmoronan por un mal paso, que la sociedad o el silencio. No tenían por qué decirme que todo era una farsa, que la habían descubierto. Yo no quería sentir al dolor, a ese carroñero royendo mi adentro, desgarrando, destruyéndolo todo. Apagué la luz y me quedé dormida.
El olvido tendría que venir con el tiempo.
Sí, ya todo estaba arreglado. A la mañana siguiente procuré levantarme temprano y me ofrecí para preparar el desayuno, así las cosas nadie tenía ganas de nada. Ninguno lo notó y para la tarde todo habrá terminado. Ésta sustancia es incolora, insípida, ya todos parecen dormidos.
Cuando los de afuera se enteren y comiencen a llegar al velorio seguro querrán abrazarme, sí, todos me consolarán y tal vez mis tíos, mis padrinos, no lo sé, qué familia será mas bonita? Y es que hay cosas que prefiero imaginar. Hay verdades que no soporto.
Hoy entré huyendo a mi cabeza. Ellos hablaban, hablaban y decían lo terrible, lo cierto, lo que yo desde hace tiempo sospechaba, lo sin remedio. Pero no, eso no era lo que yo quería escuchar y ellos lo sabían, que a mí sólo se me dice lo que me gusta, que yo no puedo ser sorprendida de repente por rotundas palabras devorasueños. Al final terminé escuchando, ninguna canción pudo invadirme la cabeza esta vez, ninguna sonrisa imaginada, y en el silencio intentaba tararear mientras que de aquellas bocas los hilos de voz entrecortados y los sollozos se abrían paso para provocar en mí la reacción que cualquiera tendría. No, yo no soy cualquiera, no. A mí, poco me importa saber que las familias o la vida se desmoronan por un mal paso, que la sociedad o el silencio. No tenían por qué decirme que todo era una farsa, que la habían descubierto. Yo no quería sentir al dolor, a ese carroñero royendo mi adentro, desgarrando, destruyéndolo todo. Apagué la luz y me quedé dormida.
El olvido tendría que venir con el tiempo.
Sí, ya todo estaba arreglado. A la mañana siguiente procuré levantarme temprano y me ofrecí para preparar el desayuno, así las cosas nadie tenía ganas de nada. Ninguno lo notó y para la tarde todo habrá terminado. Ésta sustancia es incolora, insípida, ya todos parecen dormidos.
Cuando los de afuera se enteren y comiencen a llegar al velorio seguro querrán abrazarme, sí, todos me consolarán y tal vez mis tíos, mis padrinos, no lo sé, qué familia será mas bonita? Y es que hay cosas que prefiero imaginar. Hay verdades que no soporto.