martes, 4 de diciembre de 2012

Chisme matutino



No dijo nada, tú. El hombre se quedó callado como con la certeza de que el amor existía. A mí se me hace que nadie le dijo nunca que esas cosas había que compartirlas con el ser amado, a mí me encanta que me digan que me aman, que estoy guapa, que me chuleen pues ¿es lo normal no? El caso es que el tipo estaba conforme imaginándola en su casa leyendo o en un café o caminando por las calles del centro, no necesitaba verla. Yo creo que de algún modo sentía que ir más allá era correr un riesgo inútil porque así estaba bien, tranquilo, con una felicidad pequeña pero segura, híjole si los hombres se pintan solos para esas cosas. “¿Qué clase de gente necesita estar todo el tiempo a lado de la persona que ama?”, una vez así le dijo. Ella aprendió a estar sin él con tal de estar con él ¿eso qué? Aprendió a ocupar su tiempo libre en otras cosas, se hizo a la idea de que verlo de vez en cuando agrandaría el deseo, a mí me sirvió porque íbamos juntas a todos lados pero siempre estaba triste, como que sí, esperando con ansias verlo pero triste ¿qué feo no? Él antes de encontrarla se había convencido de que estar solo era un estar perfecto, imagínate, ahora pensaba que estar con alguien podría ser un buen estado, aunque no el ideal porque estar solo era lo suyo ¿no?, pero siempre y cuando ella lo aceptara tal cual es, porque él no iba a cambiar. ¿Qué clase de amante es aquel que no te ama tal cual eres? Pues sí, mi amiga se conformó porque sabía que él la quería, a su modo pero la quería, yo creo que se conformó porque nadie la había querido en mucho tiempo, como que sentía que era su última oportunidad. Total que lo aceptó así, le dio la razón y sin cambiarle nada, se adaptó y terminó anulando parte de su personalidad con tal de que él siguiera siendo igualito. Un día él dejó de amarla, tampoco se lo dijo pero ella se dio cuenta, me contaba. Si me preguntas te diría que ella hace tiempo había dejado de ser la mujer de la que él se enamoró. Les salió el tiro por la culata, pobres.

lunes, 25 de junio de 2012

Pretenciones de bruja

No sé si a estas alturas pueda convertirme en bruja. No sé si volar con mi escoba hasta tu ventana mientras duermes. No sé si echar a mi caldero un ciento de miradas profundas para revolverlas todas con este mi amor infinito y luego jugar a que muerdes la manzana y luego jugar a que caes dormido ante mi hechizo y luego jugar a que soy el amor de tu vida, que te besa para que no mueras y así todos los días para que no mueras; después de dormir tendrías que esperar mi beso y vivir de este modo embrujado, enamorado y feliz para siempre.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Indiferencia

No sé si voy a poder con esta supuesta, aparente indiferencia tuya que apenas se asoma pero que duele como si fuera completamente cierta.

jueves, 29 de marzo de 2012

¿Quiere usted saber qué pasó?



Una noche inesperada, como espasmo, como deben ser las felicidades más grandes y más disfrutadas, así, sin pensarlo caí en la cuenta de que podía estar frente al amor de mi vida. Y no es que haya yo pasado un largo rato pensando en que eso del amor de mi vida ya me había pasado y no habría media naranja humana capaz de acomodarse a mis adentros. Puede constatarlo usted, querido lector, apreciable damita, hace algunos cuantos meses lloraba yo por las esquinas e imploraba milagros de olvido o redención. La verdad es que siempre he sido mujer de poca fe, ni hablar, la vida me había vuelto bastante escéptica.

Hoy ha pasado lo irreversible, lo increíble, lo extraordinario, lo paranormal. Como dice la canción “hoy me he vuelto a enamorar, atrás quedaron esas noches de locura” (noches de locura sola, porque las noches de locura acompañada apenas empiezan, como usted ha de pasar a comprender).

Hace poco, qué digo poco, hace apenas unas insignificantes semanas en la vida de cualquier mortal, me ha sido dado reconocer a un hombre. Para qué le voy a mentir a mi amable concurrencia, yo ya le había echado el ojo, sí, desde que lo vi le vi los buenos bigotes; sin embargo ya sabe usted cómo son esas cosas, todo lleva su tiempo y mucho que tuviéramos pues no verdá. Para no hacerles el cuento chico (porque largo ya se va haciendo) resultó que dos años, varios amores, desencuentros, idas y venidas, bailadas y desveladas después, una noche de copas serviría para definir el nuevo pulsar de mi corazoncito.

Yo sé que muy en el fondo, el universo decidió poner a girar a los astros, alinear sus planetas, sacudir una que otra constelación y darle una pulidita a la luna; porque de otro modo no veo cómo tanta felicidad así de sopetón.

Sirvan estas felices letras para hacer constar la presencia en mi vida de un Hombre con “H” de perfecto, de guapo, de luminoso, de sonriente y de distribuidor oficial de mi felicidad. Tú sabes quién eres.