martes, 7 de agosto de 2018

¿Quiénes son los verdaderos bárbaros?



Ahora que he estado leyendo sobre mitología me he vuelto mucho más empática con las creencias ancestrales. Cada vez me convenzo más de que esta "modernidad", lejos de ser una evolución, es una complejización del pensamiento.


Antes de la posmodernidad existieron muchos pensadores que creían fielmente en la evolución, no ya de lo físico sino del pensamiento; además cabe destacar que veían a dicha evolución no solo como un avance sino como una constante mejora del pensamiento occidental; como si todo lo que pasara nos llevara al progreso. En la actualidad no es así.


Llevamos ya medio siglo reflexionando acerca de todo lo que se entendió y se hizo mal. Estamos lejos de ser "el avance" producto de la evolución y la ciencia. Hace tiempo que se puso en evidencia que ponderar a la razón y a la ciencia por sobre todas las cosas únicamente nos ha llevado al neoliberalismo más feroz.


En la actualidad la ciencia sirve al capitalismo y a esta sociedad que día a día se sumerge más en una soledad apática, anormal e insensible. Mientras todo el mundo caravanea a la ciencia, nuestros afectos se van quedando rezagados, desprotegidos, sin asidero.


Hoy se desprecia lo espiritual o se le confunde con prácticas complejas de religiones que lejos de llenarnos el alma y guiarnos moralmente, nos adoctrinan y desagencian. Pocos se sienten realmente conectados y plenos de espíritu; no obstante hay quienes buscan desesperados dónde o con quién lograr el equilibrio, tristemente se topan con charlatanes, falsos ídolos, patriarcas y adoctrinadores; amanzadores de bestias y amasadores de fortunas que logran, a través de placebos dominar a la sociedad.


¿A eso se le llama evolución?


Los pueblos milenarios, por su parte, conservadores y celosos de sabiduría y de formas de ser y estar en el mundo que para cualquiera serían la barbarie; esos pueblos, sí que han sabido ser y estar espiritualmente conectados con la naturaleza y su entorno; a ellos sí que deberíamos aprenderles que la ciencia no lo es todo, que el equilibrio está en nuestra propioceptividad, que somos más que eso: somos la mezcla de la razón y la pasión, que nuestra alegría, nuestra armonía viene de ese equilibrio.


No podríamos o no sabríamos cómo vivir sin tecnología, pero sin naturaleza y sin afectos estamos perdidos.


¿Quiénes son los verdaderos bárbaros?