miércoles, 15 de octubre de 2008

Doctor


Le dije que se callara. Le grité, le aventé lo que pude y me hubiera gustado romperle la boca o quemársela. Sí que me hubiera gustado cocerle los labios, borrárselos. No pude, y la realidad de pronto era tanta que se amontonó velozmente hasta desparramarse en mi cabeza, hasta caer goteando por mis oídos ya disuelta en una marea que hasta la fecha me ahoga de vez en cuando. Tan cierto es lo que le digo como que lo de la medicina y los pacientes y el consultorio no eran míos sino suyos. Ese día me enteré de que estaba loca, de que tenía un pasado escrito en diarios o grabado en cintas o en fotos y otro aquí adentro, en mi cabeza, cambiando de vez en cuando los recuerdos, inventando personas, imagínese, inventando una vida que tal vez es mejor o peor a la que de verdad tuve antes de esto.

–No se preocupe, yo la veo bastante recuperada, con el tratamiento que le di poco a poco irá reconstruyendo su vida-

-Perdón que los interrumpa Doctor, tiene consulta-
La enfermera tomó al paciente del brazo mientras este le sonreía y le platicaba de los locos…

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