jueves, 7 de julio de 2011

Tus manos quedan lejos de las mías


Tus manos quedan lejos de las mías, muy lejos. Bueno, en realidad no tanto. Puedo subir al auto y llevar a mis manos a buscar las tuyas, sé dónde viven, mis manos también lo saben, han escrito tu dirección suficientes veces; sin embargo están lejos. Tus manos de mis manos están lejos. Es que no es una distancia de espacios ni de tiempos. La distancia que tanto separa nuestras manos es esta en la cual tú inventaste este muro, muralla, fortaleza, fronteraimpenetrablementeabsurda que no sirve sino para la pena.
Y estas manos mías se quedan solas, se resecan, intentan consolarse ente ellas y a veces se abrazan a mi cuerpo o insisten en querer encajar en el hueco de otras manos, en la caricia de otros cuerpos; y lo intentan, siempre lo intentan pero se engañan las pobres; yo no soy nadie para detenerlas ni para decirles que no busquen, ellas mismas se dan cuenta. Y tus manos que han de estar igual, tan descuidadas, desacomodadas, apenas con la humedad de la lluvia, con el falso calor de las telas que a veces las cubren, ahí están, y seguirán, tus manos que quedan lejos de las mías, muy lejos.

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