miércoles, 20 de enero de 2010

oda a lo pésimo y a lo real

Hasta que cada uno de todos pierda la conciencia y la cordura, hasta que los sueños de los niños despierten lágrimas de cobre y la insaciable codicia reviente en las panzas de los banqueros, o los políticos y militares se pudran con sus manos de billetes lavados con sangre ajena, hasta que las mujeres corroídas por los tóxicos de sus exquisitos perfumes y coloridos labiales desvanezcan cada tienda, hasta que los vecinos se cansen de fastidiar y empiecen a diluir su razón en furia de manos y golpes o armas sin motivos, hasta que la basura de nosotros mismos sea la peste que nos asfixie y nos carcoma, hasta que uno a uno se apaguen los respiros de nuestra especie, hasta ese día, la tierra podrá descansar en paz.

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