martes, 22 de febrero de 2011

Plegaria


Desde la desnudez entera de mis palabras acaricio los oídos de un romancero loco, de un danzante, de un melodioso hombre de palabra (s). Desde la delicada caricia que recorre cada letra convoco al anónimo de mi vida, al desliz perpetuo de mis sentidos. Buen orador pronuncia fuerte mi nombre y pídeme seguro que te siga, que te envenene y después quítame la ropa. Buen besador júrame certeza y eternidad; la devoción que suplican mis piernas, júrame tu vida, consagración envolvente y escandalosa, que tu amor me llene, que me mires, que me llames, que en tu fuerza se devele el deseo, que me encuentres… que existas…

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